El Gobierno archivó en forma definitiva el sumak kawsay. Al menos desde el discurso y la publicidad. Atrás quedan los principios constitucionales y los postulados del Plan Nacional del Buen Vivir, que consagran ideales como la construcción de un nuevo paradigma de vida y de sociedad, la prolongación indefinida de las culturas humanas o la superación del modelo consumista. Desde el momento en que se aprobó la extracción de petróleo del Yasuní, los mensajes oficiales han dado un vuelco radical hacia propuestas completamente convencionales y anacrónicas. El proyecto de cambio ha quedado reducido a una simple evocación poética.
Hoy se ha revivido la noción de desarrollo en sus más diversas modalidades. Aparentemente, se trataba de concepciones superadas. No obstante, bajo el peregrino y desgastado argumento de que la riqueza resuelve milagrosamente todos los problemas de la sociedad, el correísmo las ha puesto nuevamente en boga. No solo eso. En esta cruzada de implacable pragmatismo, también se han puesto al día premisas aún más vetustas: la propaganda del Gobierno para justificar la explotación de los bloques 31 y 43 pregona, sin el más mínimo recato, la aplicación de una estrategia basada en el más silvestre crecimiento económico. Basta escuchar al Ministro Coordinador de Economía ofreciendo un paraíso de autopistas, escuelas, casas y alcantarillado para transportarse a las primeras décadas del siglo pasado. La economía neoclásica en su apogeo, la reencarnación de Rostow .
De nada sirvieron décadas de debate político desde los sectores alternativos, ni la construcción teórica desde la academia, ni las intensas luchas desde los movimientos sociales, muchas de las cuales allanaron el camino al poder del actual Gobierno. Las peores deformaciones del capitalismo, tan ácidamente estigmatizadas en el Plan Nacional del Buen Vivir, aparecen hoy como virtudes: la ruta extractivista y devastadora termina siendo una opción tan justificable como la agresión a un territorio intangible.
Molesta que desde la publicidad oficial se ponga en duda la inteligencia de los ecuatorianos. Pretender convencernos de que sembrando manzanas cosecharemos cocos es un irrespeto simple y llano. Cuarenta años de monodependencia del petróleo son suficiente experiencia para confirmar que la extracción de recursos no renovables jamás nos sacará de la pobreza. No esperemos otros resultados si hacemos lo mismo de siempre.
Lo que tal vez no ha calculado el Gobierno es que existen ciertos referentes del sumak kawsay que cuentan con la adhesión y el decidido compromiso de amplios sectores de la sociedad. Sobre todo de los jóvenes. El referente más representativo, sin lugar a dudas, es la conservación del petróleo bajo tierra en el Yasuní-ITT.
Artículo extraído de la página web del periódico EL COMERCIO, escrito por JUAN CUVI
Música para difuntos por el buen vivir es lo que significa el título d éste artículo, el cual cuestiona la decisión del Gobierno de explotar los bloques 31 Y 43, ya que dice que la extracción de recursos renovables jamás sacarán al país de la pobreza en la que se encuentra.
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