lunes, 14 de octubre de 2013

La violencia invisible...



Miguel Carbonell.
 

El ritmo de los acontecimientos y las desgracias que se suceden una tras otra a veces nos impiden mirar con calma a nuestro alrededor y percatarnos del sufrimiento de los demás. Hay un tipo de violencia que nunca alcanza los titulares de la primera plana, que no aparece en la TV ni en el radio pero cuyo número de víctimas es más alto que respecto a cualquier otra modalidad delictiva. Me refiero a la violencia contra las mujeres, la llamada violencia de género.
Un 10% de mujeres en México ha sido víctima de abuso sexual antes de cumplir 15 años; un 80% de los victimarios pertenecían a la familia de la victima o a su círculo de amistades. El 90% de esos crímenes no fue ni siquiera denunciado.
Un 8% (1 de cada 12) de las mujeres mexicanas sufre violencia de carácter sexual durante el noviazgo y un 28% (casi una de cada 3) han estado involucradas en situaciones de acoso escolar. Todavía más: una de cada veinte mujeres han sido violentadas por sus profesores o por directivos de la escuela a la que asisten.
Una de cada veinte mujeres declara haber sido hostigada sexualmente en el trabajo y un 3% han sido despedidas a lo largo de su vida laboral por estar embarazadas.
A nivel mundial la violencia de género es una verdadera pandemia. Un 30% de las mujeres han sido víctimas de violencia sexual o física a manos de su pareja. De hecho, un 38% de los homicidios de mujeres se deben a la violencia conyugal.
La tasa de homicidios de mujeres se duplicó en México entre el 2007 y el 2010. En algunos estados de la república el aumento fue vertiginoso: en Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas o Durango, por citar algunos casos emblemáticos, mataron a un 400% más de mujeres en el 2010 que en el 2007.
El riesgo de una mujer joven que vive en el Noroeste del país de morir asesinada es 39 veces superior a una mujer de la misma edad que vive en la zona centro de México. En el caso de las mujeres de 50 años, ese riesgo es 91 veces superior, solamente por vivir en una determinada zona del territorio nacional.
Los medios de comunicación con frecuencia banalizan la violencia de género. La presentan como algo curioso o como expresión del machismo mexicano, sin atreverse a condenarlo y sin decir con todas sus letras que un hombre que le pega a una mujer es un cobarde y merece el mayor desprecio social. Si no se hace visible y se condena enérgicamente, la violencia de género no cesará, ni tampoco la condición de extrema subordinación de la mujer hacia el hombre.
México ya ha sido condenado incluso por Cortes Internacionales debido a su negligencia en la prevención, investigación, sanción y reparación de la violencia de género. El caso del llamado “Campo Algodonero”, referido al feminicidio en Ciudad Juárez, ha dado la vuelta al mundo y fue objeto de una dura sentencia por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Lo extraño es que poco parece haberse hecho desde que fue dictada. De hecho, como se puede verificar con los datos disponibles, la violencia contra la mujer se ha exacerbado desde entonces.
Lo peor de todo es que hay un clima social que permite, o cuando menos tolera, la violencia contra las mujeres. Abundan los chistes misóginos y todavía hasta hace poco las mujeres tenían prohibido ir a ciertos lugares solas; a las mujeres casadas durante décadas se les prohibía promover un juicio, sin la autorización de su marido. En el terreno de la sexualidad existe una represión nada encubierta (aunque rodeada de una doble moral, como suele suceder con estos temas en México) en contra de las mujeres, que son manipuladas y sometidas por los hombres. La trata de personas, que con puntualidad ha documentado y denunciado El Universal y varios de sus columnistas, es la expresión más extrema del abuso y exterminio de las libertades de las mujeres.
Entre las jóvenes generaciones, pese a que tienen más acceso a información y a que cuentan con oportunidades educativas inéditas en el pasado, las cosas no mejoran: las cifras de violencia en el noviazgo entre adolescentes son apabullantes.
Se trata de un fenómeno que cada año deja miles de mujeres muertas o agredidas y respecto al cual lo menos que se puede hacer es quedarnos callados. Hay que hacer visible esa otra violencia, que afecta a buena parte de esa mitad de México que son las mujeres. Por ellas y por todos nosotros, hablemos de la violencia de género. No callemos más.
 
 

1 comentario:

  1. Este es un problema no solo a nivel Mexicano, sino a nivel mundial. En mi opinión la educación comienza en casa y son muchas veces las mismas madres las cuales crean este pensamiento machista, al cuidar y proteger demasiado a su hijo varón.

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