En “La Resistencia” encontramos constantemente la afirmación de que el ser humano no es únicamente un objeto físico, sino que está compuesto de alma y mucha inteligencia, que le permite tomar decisiones para construir un mundo de bienestar de acuerdo a sus necesidades. Sin embargo, hallamos un pensamiento en nuestra actualidad que, a causa de la modernidad, se ha implantado y lidera una forma de vida totalmente en contra de las tradiciones culturales y los buenos valores, es un ideal que se nos ha impuesto de manera mundial y que gira en torno al ansia del dinero, mantiene a los seres humanos encadenados al poder y a las comodidades materiales dejando de lado intereses realmente importantes como las reflexiones profundas y la vida en comunidad.
Ernesto Sábato, autor de “La Resistencia”, presenta una descripción detallada de lo que somos actualmente como personas y en lo que hemos convertido a nuestro mundo, haciendo ver que estamos viviendo en un entorno totalmente descompuesto producto de una serie de objetivos banales que nos hemos dedicado a perseguir sin obtener ningún beneficio óptimo para nuestro espíritu y que nos obliga a estar en constante lucha y competencia por crear y alcanzar nuevos instrumentos en los que nos podamos desahogar constantemente.
En medio del análisis que hace el autor, encontramos un punto de partida para lograr un cambio en nuestra sociedad actual, que nos permita transformar nuestra triste realidad. Dicho cambio está en nuestra inteligencia, razonamiento por medio del cual podremos elegir una mejor manera de construir nuestra cultura. Para lograrlo, es indispensable empezar a reeducarnos en la realidad y la consciencia pensando en construir una vida más humana lejos del individualismo y la competencia, para alcanzar una construcción ética de la personalidad que nos ayude a tener más seguridad al momento de oponer resistencia a hechos nos lleven a la destrucción y más bien dedicarnos a construir nuevas formas de vida que nos acerquen cada vez más a nuestras raíces culturales, a los afectos y a la solidaridad con los demás.
Así se construirá una nueva personalidad axiológica que dé lugar a incluir de manera razonable y pertinente la idea de la resistencia como un arma para la defensa de nuestra vida, ya que dadas las condiciones de superficialidad en las que nos encontramos y que mantienen este mundo actualmente desubicado, confundido y lleno de profundos vacíos, es necesario oponernos ante grandes males que han producido tales desastres.
Para empezar, es necesario oponernos a la globalización, que es el punto de partida de todos los infortunios morales en que vivimos, de ahí encontramos elementos tóxicos y vigentes cada vez más con admirable fuerza e importancia en la cotidianidad como la tecnología y los medios de comunicación que nos llevan a tener pensamientos vacíos y malos sentimientos como la indiferencia, la desconfianza, la falta de fe, la resignación y el conformismo. Despojándonos de las raíces de nuestra desgracia lograremos alcanzar una nueva forma de pensamiento que vaya de acuerdo a la actualidad y al razonamiento de lo que realmente nos garantizará un mejor porvenir. Obtendremos, así, la fuerza para decidir con entera confianza resistir a estos actos dañinos y volver a las buenas costumbres de otros tiempos que giraban en torno a los valores del espíritu y que nos acercaban a nuestras tradiciones populares, a nuestras gustos y vocaciones, a la vida en sociedad, a nuestras creencias y a la originalidad que nos hacen ser seres únicos e importantes.
Partiendo de lo ya dicho, intentamos relacionar la ética, la base fundamental de la cultura, con el cuarteto de José Martí: La cultura es la verdad/que el pueblo debe saber/ para más nunca perder/ su amor por la libertad. José Martí tiene como lema “Ser culto para ser libre”, haciendo referencia a una alfabetización que permita un pensamiento crítico en busca de la libertad. Si se conoce, si se es culto, se puede ser libre. El ethos se forma a partir de los actos de cada individuo, de sus experiencias en sociedad, de lo que aprenda con los demás; de esta manera, este concepto se vuelve la base fundamental de la ética, de la moral, del carácter de cada individuo, de las costumbres de la sociedad.
Ahora bien, aunque la cultura, una primera cultura, sea entendida como las características y costumbres de una sociedad y aunque partiendo de esto puede concluirse que la ética es su base fundamental, el concepto de cultura (un segundo concepto, aunque no subordinado) por parte de José Martí correspondería más al conocimiento, a la alfabetización, que se logra también en sociedad y termina, al final, haciendo parte de la primera cultura. La cultura de José Martí es el principio del crecimiento del ethos y de la cultura social, la primera cultura: la personalidad, las experiencias y los actos de cada individuo hacen parte de la cultura de José Martí: la cultura de la educación, del ser como persona, de la formación de donde parte el pensamiento y el sentimiento social de cada individuo.
Ernesto Sábato en su ensayo habla de cómo los jóvenes actuales se han apegado a la tecnología, y dejado a un lado los valores, todo aquello en lo que él vivía.
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